Que cosa tan fascinante es un secreto…
Es algo que me encanta, pero que a la vez odio.
Es maravilloso que alguien confíe en ti lo suficiente para depositar en ti su testimonio.
Pero a la vez el peso que tiene guardarlo… es... bueno, no es ni más ni menos el precio que tiene ese secreto. (Para que digan que no todo tiene precio en esta vida)
Es increíble la sensación de bienestar que se siente al saber algo que casi nadie sabe, pero a la vez esta sensación está acompañada de otra muy diferente que produce una incomodidad interna por el hecho de tener que callártelo.
Y mira que cuesta… sobre todo cuando tienes delante a una persona implicada en la historia, o a alguien que sabes que le encantaría saberlo.
Y a pesar de todos estos dilemas morales… de saber que no lo podrás decir jamás por que no puedes fallar a la persona que ha confiado en ti… de todas estas cosas que te hacen sentir cierta incomodidad…
Aún así quieres seguir sabiendo cosas que apenas sabe la gente…
Y de pronto, una vez más te preguntan…
-¿si te digo una cosa… puedo confiar en que no se lo dirás a nadie?
- claro que si :)
Y tras esto tengo un debate interno conmigo misma…
Mi parte racional: “a ver Sara… ¿tu eres tonta, o que? ¿Estás segura de que estás dispuesta a asumir todo lo que conlleva que te cuenten un secreto?”
Mi yo más yo: “pues claro, ¿no ves que un secreto es algo fascinante?”