Ya ni siquiera pasaba por mi mente la idea de tener un día romántico con alguien, y menos aún con alguien a quien hubiese conocido ese mismo día, pero de pronto llega un dulce kinki de sonrisa inacabable y me hizo recordad aquellos tiempos en los que era capaz de reirme a carcajadas durante hora. Me hizo sentir especial, como una puta cabra, me hizo ver que no era normal lo que hacía, pero logró así que en cada segundo me sintiese feliz de ser como soy. Os juro que me encanta mi vida, y que lo único que la haría perfecta en estos momentos, es poderla compartir con mi gente, hacer que ellos también la disfruten como yo, y os aseguro que con él, cueste lo que me cueste (consecuencia de su orgullo), lo voy a conseguir.
Él me tomaba por loca, y gracias a eso conseguí de él su máxima locura. Me hizo beber de otras bocas, comer de otros cuerpos. Disfrutar aún más de una ciudad que ya amaba. Le enseñé lugares, a un minuto de nuestras casas, que en 21 años de vida, no había conseguido descubrir. Lo denominamos "el fin de semana de las primeras veces" aunque todo esto solo durase un día. Me hizo ver lo gracioso de compartir y que a pesar de ser tan igual al resto de los portugueses, era más diferente que ninguno. Nos bañamos de sinceridad a cada instante, a pesar de que en otros momentos esa sinceridad hubiese llegado a doler. Nunca pensé que 24 horas pudieran dar tanto de si, y que me la iba a sudar tanto lo que digeran los demás (que si, que siempre me la ha traido todo un poco "al pairo", pero ese día, más que nunca). No pensé que pudiese ser tan mio, alguien que bien sabía que era de otra. Así es la vida, y así soy yo, ni más ni menos, más clara que el agua, pero con un lado más oscuro que el fondo de su mirada.
2 comentarios:
Que post tan bonito :)
Un abrazo.
Que bonito textooooo!!!
Un besito♥
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