En el bus...

No me gusta la gente que se sienta en el asiento junto al pasillo para que nadie más se pueda sentar, 
ni los jóvenes maleducados que no dejan sentar a los ancianitos que casi ni se pueden sentar.
No soporto los conductores que no esperan 20 segundos a aquella mujer que llega corriendo, 
ni a la gente que se queja cuando sube otro carrito.
No me gusta ver a las adolescentes que a pleno chillo cuentan a quien se tiraron ayer, 
ni a las viejas que de malas maneras te obligan a dejarles el sitio.
Me resultan insoportables los conductores que ponen en peligro nuestras vidas, 
y los chavalillos que andan estropeando todo a su paso.
Me agota la paciencia que tarde en pasar mi bus mientras ya han pasado dos o tres de otro número, 
y los viejillos que pagan con céntimos (aunque en el fondo me resultan adorables).
En ocasiones me equivoco de autobús, y acabo a tomar por riau, 
y a veces escojo el más lento.
Odio cuando olvido el bonobús, y pienso que no llevo nada suelto, 
como también odio cuando el chofer no te quiere cobrar con un billete de 10 euros.
A pesar de todo esto, aún sigo cogiendo el bus, y viviendo viajes inolvidables, 
cada día con un desconocido nuevo, cada día conociendo a alguien más.