A veces los errores se pagan.

Realmente no sé si me merezco tu perdón, ni siquiera sé si lo busco.

Puede que tengas razón en aquello que arremetes contra mi. 

Bien es cierto que no soy perfecta, es más, me alejo mucho de serlo. 

Pero almenos me di cuenta de mi fallo, y traté de enmendarlo (aunque ya veo que tarde).

No es que nos uniese una gran amistad, pero me da penita que se acabe.

Así, de la noche a la mañana te convertiste en un gran apoyo, en la persona a la que me gustaba contarle las cosas antes que a nadie, o incluso cuando no quería contarselas a ninguna otra persona. 

Eras mi desahogo, esa personita fuera de mi vínculo a la que poder decirle todo aquello que se me pasaba por la cabeza.
Y pienso que tú también veías en mi a algo similar.

Pero bueno, es lo que hay, quizás es cosa del destino, o como le quieras llamar. 

Y al fin y al cabo es lo que pasa, es el riesgo que se corre por disfrutar de la gente rara, que nunca sabes por donde van a ir las cosas, ni cuanto va a durar todo esto. Y en esta ocasión ya ha llegado a su fin. 

Fue "bonito" mientras duró. Y ahí se queda la cosa, como algo que estuvo ahí, como una historia más que ha llegado a su fin. 

Y no seré yo quien te reproche nada, por que por lo visto saldré perdiendo.

Solo espero que te vaya bien, que disfrutes de la vida, y que encuentres en otra persona ese apoyo que pensé que podrías encontrar en mi.

Eso si, cuida aquello que realmente merezca la pena, por que tienes esa maldita costumbre de dejar que esas cosas se vayan, de quitarlas de tu vida, no sé si por miedo a ser feliz, o por que en tu mente tienes distorsionado el concepto de la felicidad.

Sé que vas a leer esto, y realmente no tengo ni idea de cómo lo vas a interpretar. Eso ya es cosa tuya