En el fondo pienso que todo es más bonito de lo que nos gusta demostrar.
Nos hemos creado un disfraz angustioso que nos hace pasar el uno en frente del otro como si no existiesemos, como si estuviésemos en el mismo lugar, pero en universos paralelos. Pero que va... claro que sentimos la presencia el uno del otro... es como si oliesemos nuestras esencias a kilómetros de distancia... y con esta simple fragancia comienza en nosotros un fuerte remolino que se dedica a arrasar todo lo que está por dentro de nuestros estómagos... más que mariposillas, son mastodontes corriendo de un lado a otro chocandose sin parar.
Este es parte del precio de querer seguir guardando esta apariencia.
Pero... ¿qué somo bobos?
Si realmente estamos a gusto juntos. Y nos gusta hablar durante horas. Compartimos esa afición de emplear el sarcasmo irónico, la verdad es que es algo que se nos da bastante bien y nos hace reir constantemente.
¿Por qué no seguimos con las carcajadas y dejamos de lado ese postureo que nos hace tanto mal?
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