sábado, 8 de mayo de 2010

Gracias boyo (:

FELICIDADES

Era una hora sin importancia del día 8 de maio del 90 cuando los gritos de la pequeña retumbaron en la fría sala del hospital. Nadie fue consciente en ese momento de que la voz y el alma de esta niña de pelo oscuro y ojos inmensos, lograrían transmitir significados aun no escritos.
La conocí a mis quince años. Era diferente. Estaba enamorada del teatro y las bambalinas, de la música incandescente y de lo etéreo, adoraba lo volátil y las sinfonías electrónicas, lo que se anticipaba a una película, y lo que la continuaba. Sabían a amargo sus aventuras.
Comencé a adentrarme en su vida, ligeramente, hasta que lo ligero pasó a ser pesado, muy pesado, de forma que, pasando los años de manera rápida, se hizo difícil arrancarla de mí. Era tímida y dulce. Le gustaba fantasear con lo absurdo, jugar con plumas y hacer del mundo algo diferente.
A sus dieciocho años comenzó a caminar entre papel de foto y curvas de intensidad y luz. Se hizo maravillosa. Me adentró en el mundo del color y el blanco y negro grumosos, haciendo que lo simple tornase a egocéntrico. Me enseñó a jugar con soles luna, con maquillaje y pelucas. Hizo del mundo algo intenso. Remarcó mi juventud. Su curiosidad la llevó a encontrarse con un mundo de lámparas de fuego improvisadas, medias rotas entre restos de un colchón viejo, pintalabios rojos , tacones muy altos , vestidos cortos , frases que no se olvidarian , y personas y momentos que la marcarian. Descubrimos sombras escondidas entre lamentos sonoros. Las flores y lo dulce se metieron dentro de ella. Sus victorias se hicieron las mías y le regalé mi tiempo. El tiempo se hacía frágil y los gestos con su dulzura, casi inexistentes, al pasar por sus ojos y ser fotografiados. Coordinaba texturas y realidades haciendo que en su conjunto se elevase la belleza hasta el punto de resultar insultante.
Y logró crear una perspectiva de color, de encanto, de viveza y aire, en la que, por momentos, hacía que me elevase hasta la más alta de las nubes si alli , cerca del sol , siempre acompañada, de sus inmensos ojos oscuros.

« Sara Oliván » por Marina Garcia.

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