Pasan los años, y tu vida da demasiadas vueltas.
Después de él hubo muchos, quizás demasiados. Ninguno importante. Quizás por eso sumaste tantos, con las esperanza de que entre todos formasen uno. Lo único que buscabas era que cada uno fuese diferente, que cada cual fuese especial, o al menos raro. De vez en cuando viste claros en ese cielo oscuro, personas que podrían llegar a merecer la pena. Pero los diste por imposible.
Toso lo vivido te había cambiado tanto, que temías no estar a la altura de la persona que te importaba en ese instante. Te habías vuelto tan fría y desalmada que temías que cuando llegase el momento de demostrar sentimientos, no serías capaz de hacerlo, temías darte cuenta de que quizás no los tenías.
Llego el momento en el que pensaste que habías encontrado al chico perfecto, que no encontrarías a nadie jamás que lo superase. (Y una vez más no estuviste a la altura).
Te has creído fuerte durante mucho tiempo, y eso se ha convertido en frialdad.
Pensabas esperarlo toda la vida. Pretendías aprender a ser más cálida.
Y de pronto te das cuenta de que ya no sientes nada. Que los años, las experiencias, te han convertido en una mujer de acero. Que esa coraza no la traspasan ni los sentimientos, que nadie puede hacerte daño, por que ya no eres capaz de sentir.
Si, pensabas que nadie podría superarle a él, que eso que sentías era verdadero. Y de la noche a la mañana... te das cuenta de que si que habría alguien que podría hacerte dejar de pensar en él. Que la respuesta estuvo ahí desde el principio. Pero no eras capaz de verlo.
Y aún así, esa persona que de pronto te ha hecho olvidarlo (quizás no ha sido él, pero es la única respuesta que ves en el momento) nunca estará contigo.Por lo que te hundes más.
Y piensas que él sería el único capaz de volverte a hacer sentir humana, por que con él es con la única persona con la que lo has sido.