lunes, 24 de noviembre de 2014

:)

El dolor...
pues cómo bien dice la palabra, es doloroso (eso para empezar).
Sufrimiento, mucho sufrimiento...
Una sensación horrible, insufrible.
Oscuridad, mucha oscuridad.
Autoflagelación, destrucción.
Ostia tras ostia.
Vacío, hinchazón.
Pena, angustia.
Tristeza que te aplasta hasta decir ¡basta!
Tortura.
Abatimiento, consternación.
Gritar sin que se oiga nada.
Desconsuelo inconsolable.
Desolación.
Calvario, agonía.
Desastre catastrófico.

Y todo esto tan de repente...


Me siento tan afortunada, tan feliz, tan contenta.
Tan llena de alegría, de paz, de dicha.
Siento una enorme tranquilidad,  bienestar.
Un sosiego interno, una calma inexplicable.

Y nada de esto hubiese sido posible, sin todo lo anterior,
sin haber luchado por trocarlo.




3 comentarios:

El blog de Renée dijo...

Bueno eso siempre pasa... después de la tormenta sale el sol... y para saber lo que es el blanco debe de existir el negro... Por eso siempre tenemos que valorar lo que tenemos bueno, porque siempre siempre podemos estar peor...

El blog de Renée

Christian lero dijo...

En muchas ocasiones, el dolor es bueno, el dolor nos ayuda a ver que ha habido muchas veces en la que lo hemos pasado mal, y siempre hemos salido adelante.

Que no se te olvide..

elpuntodelola dijo...

Que pena tener que pasar por tanto sufrimiento para poder ser feliz. Besos